domingo, 17 de junio de 2007

El potencial demográfico

Autor: José Joaquín León - 17 de junio de 2007
Fuente: Diario de Sevilla


En la democracia un hombre (o una mujer) es un voto mientras no se abstenga. Es, por consiguiente, un sistema de gobierno que se basa en las mayorías, aunque respeta a las minorías. En esta semana, el Instituto Nacional de Estadística ha dado a conocer los datos del padrón de 1 de enero de 2007. Se ha destacado que España supera por vez primera los 45 millones de habitantes, gracias a los inmigrantes, que ya son casi el 10 por ciento de la población. Pero hay otras curiosidades. Una de ellas es que Andalucía tiene 8.039.399 habitantes, y se mantiene como la comunidad autónoma o realidad nacional más poblada, seguida por Cataluña, que cuenta con casi un millón de habitantes menos (7.197.174), y Madrid, a la que aventaja en dos millones de habitantes (6.061.689). Detrás, a considerable distancia, figura la Comunidad Valenciana, con 4.874.811 habitantes.

Andalucía es la comunidad autónoma más importante de España, en lo cuantitativo. Pero es incapaz de conseguir que su peso específico poblacional, dentro de España, se traduzca en verdadero poder político y económico. Uno de cada 5,5 de los habitantes del Estado es andaluz. Tres de las ocho provincias más pobladas de España (Sevilla, Málaga y Cádiz) son andaluzas, pero la importancia cualitativa de Cataluña, Madrid, e incluso la Comunidad Valenciana es superior, según los niveles de renta, de consumo y la influencia política.

Tan llamativa como la poca capacidad andaluza para darse a valer en el conjunto de España es la que tienen otras comunidades o realidades nacionales para multiplicar su importancia real. Es el caso del País Vasco, que tiene 2.141.116 habitantes repartidos por Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, algo más de la cuarta parte de los habitante andaluces. Si se le suman los 605.022 de Navarra, como pretenden los ideólogos de la Euskalherría, nos salen 2.746.138, que son el 6 por ciento de los españoles. Y si les excluimos a los navarros, mientras no se demuestre lo contrario, se quedarían en el 4,7 por ciento. En España viven el doble de extranjeros (4.482.568) que vascos.

Es incomprensible que no dejen entrar en el Parlamento y en los Ayuntamientos a los partidos que no llegan al 5 por ciento, mientras una comunidad autónoma o realidad nacional que no llega al 5 por ciento de la población española marca la agenda de la política nacional. La culpa de todo esto la tiene D’Hondt con su ley electoral, que no cumple el valor básico de la democracia de que un hombre (o una mujer) vale un voto, al no existir circunscripción única. En este pecado político llevamos la penitencia de que los abertzales, una minoría de una comunidad minoritaria, utilicen el chantaje contra las mayorías.

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