José Joaquin León - Diario de Sevilla - 10 de junio de 2007
EL pasado 27-M hubo elecciones municipales, pero también autonómicas. Con la excepción de las consideradas nacionalidades históricas o realidades nacionales, que son Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía, en todas las demás comunidades se eligieron los parlamentos regionales. Lo más destacado ha sido el caso de Navarra, con el crecimiento de los nacionalistas, pero no los de UPN, que es la franquicia foral del PP, sino los nacionalistas vascos de Nafarroa Bai, partidarios de la anexión de ese territorio foral para ir formando la Euskalherría, que también tiene una parte en Francia, como se sabe.Se ha hablado mucho del caso de la comunidad de Madrid, donde Esperanza Aguirre sigue acumulando méritos en pugna con el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, por si es menester suceder a Mariano Rajoy más pronto o más tarde. Y por las malas consecuencias que tuvo para Rafael Simancas, que ha terminado en su casa con dos palizones electorales, a modo de voto de castigo, tras el numerito del tránsfuga. Como para algunos tertulianos mesetarios, este país se divide en el País Vasco y sus treguas, Cataluña y sus tripartitos, y Madrid que somos todos, apenas se ha hablado de lo demás y menos se ha escrito.Sin embargo, en las pasadas elecciones autonómicas del 143 se ha terminado de configurar un curioso mapa de España, que deja los nacionalismos reducidos a las realidades nacionales del norte; es decir a Cataluña, el País Vasco y Galicia, además del caso especial de Navarra. También hay partidos regionalistas de cierta fuerza en Aragón y Cantabria, así como en las islas Canarias y Baleares. Por el contrario, desde Castilla y León hacia abajo, en el resto de la península, que incluye Madrid, Castilla-La Mancha, el País Valenciano, Murcia, Extremadura y Andalucía, no hay ninguna fuerza nacionalista con poder de decidir gobiernos autonómicos. Sólo hay un bipartidismo de PSOE y PP, con alguna presencia testimonial de IU, ni siquiera en todos los casos, porque en Extremadura se quedó fuera.Este mapa que se ha formado no debe ser por casualidad, sino porque hay una España situada en el centro y el sur, con sus prolongaciones al este y el oeste, donde los partidos nacionalistas y regionalistas no tienen ninguna fuerza y los partidos estatales poseen casi toda. ¿Es porque se sienten más españoles auténticos que los demás? No lo veo exactamente así, pero es dudosísimo que quienes votan de ese modo consideren a sus territorios como realidades nacionales o nacionalidades históricas, ni aspiren a más autonomía de la necesaria para tener una administración regional. Este mapa del bipartidismo es otro aspecto que favorece la ruina del andalucismo.
domingo, 10 de junio de 2007
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